miércoles, 19 de diciembre de 2012

Felices Navidades 2012


                                            
  
                   Llega  la  Navidad , y cada persona se acerca a estas fechas  con sus luchas de este año, sus momentos felices para recordar, los cambios vividos y sueños por realizar, con su propia historia de este 2012.

                  Te deseo que pases unas Felices Fiestas Navideñas, compartiendo momentos de alegría, reunido con aquellas personas que han dejado una linda huella en tu vida, y a las que tú también has hecho feliz con tu presencia. Que sientas el valor de cada uno de estos momentos compartidos.

                  Te deseo que vivas estos días como tú elijas, y que entres en el próximo año con nuevas ilusiones por las que luchar para hacerlas realidad.

                   Y quiero compartir contigo lo dichosa que me siento de que este sea mi tercer año contigo, desde estas páginas de este Blog, que tanta satisfacción me produce escribir.

     
         Desde CENTRO  PSICOLOGÍA  GESTALT
te  deseo  Felices Fiestas 2012 y Feliz Entrada en tu 2013.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Dificultad para Elegir y tomar Decisiones


Foto tomada prestada del Blog de Clotilde Sarrió (Terapia Gestalt)

                                                          
En alguna ocasión importante de mi vida he sentido, como hasta hace poco, que me pierdo (esto es algo que ya conozco en mí) y me quedo en “lo de afuera”. He podido comprobar que inicialmente no me doy cuenta y busco las respuestas de “qué debería hacer”. Me cuesta elegir, decidir qué hacer, porque conlleva decisiones importantes: si digo que no a algo, lo dejo atrás, por lo menos por ahora. No puedo llevarlo todo, me doy cuenta, una y otra vez, sin embargo me cuesta ponerme un límite, a qué decir sí y a qué decir no, ahora no. Aparece mi función personalidad: mis introyectos, mis deberías, esas sensaciones demasiado conocidas en mí en el pasado y que en ocasiones vuelven para transmitirme, decirme algo, sobre lo que estoy viviendo en ese momento, sobre el para qué de su reaparición, de su utilidad en ese momento…Me doy cuenta de mis deseos, de mis necesidades, de qué quiero, de “qué quiero realmente hacer”, y de mis miedos, de cómo me paralizo en estos y mi función "Yo" se hace rígida, cómo no salgo de esta situación que sin ser consciente del todo he elegido mantener a través de mi función "Yo", hasta ahora,  evitando elegir, y a la vez siendo esta mi elección: seguir haciendo igual a través de no elegir.  Cómo siento perderse mi función "Yo" o cómo ésta se fija en la indecisión.

Esto forma parte de la vida, de la mía también, como le sucede a cualquier ser humano, aunque en este caso me afecta a mí, y soy yo quién ha de elegir (ahora me doy cuenta que lo necesito, para producir un cambio). ¿Qué dice al respecto el libro fundacional de la Terapia Gestalt?. Cuando me pierdo, vuelvo a mí, y puedo sentir , ME DOY CUENTA, que “me estoy yendo para algo”, que algo estoy evitando, … Y la Gestalt siempre me ayuda en esto, tanto a la hora del darme cuenta de qué me está sucediendo, de cómo estoy haciendo, y posteriormente, cuando ha llegado el momento en que puedo comenzar a plantearme las posibilidades, el hacerlo, el elegir y llevar a cabo mis elecciones y poner en marcha mis decisiones.
Esta es una parte de la magia que tiene para mí la Gestalt: cuando me pierdo me ayuda de nuevo a reencontrarme, así que en esos momentos me resulta muy fácil volver a ella, me permito así centrarme, parar, escucharme, dejarme sentir y comenzar a fluir de una nueva forma. Lo que es una liberación, porque mi cuerpo, todo mi ser, empieza, yo, empiezo a sentirme diferente… dejo de hacer según me digo “que debería hacer” (según mis introyectos), me lo cuestiono, y empiezo a renunciar a no poder tener el control de todo, a no poder hacerlo todo,  me permito a aparcar algo para mañana, o pasado (o cuando pueda ser o llegue el momento más apropiado), a respirar diferente, a disfrutar de otra forma de lo que sí elijo y comienzo a hacer con un mayor compromiso con lo que verdaderamente he eligido, sin sentirme tan dividida en tantas partes que ando o me siento perdida.

Y vuelvo a apasionarme con lo que descubrí hace una década: la Terapia Gestalt. Me encuentro con este texto del libro “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana”, en la segunda parte de su capítulo "Pérdida de las funciones -Yo":

En la etapa  “yo” del ajuste creativo, el self identifica algunas partes del campo como suyas y rechaza otras como no suyas. El self se siente a sí mismo como un proceso activo, como una conciencia deliberada de algunos deseos, intereses y poderes, que tienen una frontera definida pero fluctuante. Es un comportamiento progresivo, es como si el self se preguntara: “¿Qué necesito?, ¿Voy a ponerlo en práctica?, ¿Cómo me he excitado?... ¿Cuál es mi sentimiento con respecto a lo de fuera?...¿Voy a intentarlo?, ¿Dónde estoy yo con respecto a esto?, ¿Hasta dónde se extienden mis poderes?, ¿De qué medios dispongo?, ¿Voy a continuar ahora o me retengo?. Entre las técnicas que he aprendido, ¿cuál es la técnica que podría usar?”. Estas funciones deliberadas son ejercidas espontáneamente por el self y se mantienen con toda la fuerza del self: la consciencia, la excitación y la creación de nuevas figuras.

Aún me siento en esta fase, no ha llegado la siguiente: Al final durante un contacto íntimo y final, el carácter deliberado y el sentimiento del “Yo” desaparecen espontáneamente dentro de lo que se están ocupando,  y entonces las fronteras ya no tienen importancia, ya que no se contacta con una frontera, sino con lo tocado, lo conocido, lo disfrutado y lo hecho. Aunque sí he elegido y decidido y esto me hace sentirme: liberada, sonrío y noto como mi carga ha descendido ahora que mi exigencia para conmigo misma se ha relajado. Umm, siento que respeto mi necesidad, que me respeto, eso me gusta. Sonrío de nuevo. Siento la necesidad de llevar a cabo mi elección... de ocuparme de ponerla en práctica, sí ... Me siento volver a mí, ya no estoy en "lo de fuera". Qué agradable sensación, al acabar con la postergación de ponerle fin a mi autoexigencia que me hacía sentirme dispersa. Siento resurgir parte de mi energía, que estaba bloqueada.

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Te planteo las siguientes preguntas, referidas a ti, que quizás te hayan surgido con la lectura del anterior artículo:

* ¿Cómo te pierdes tú?

* ¿Cómo puedes llegar a perder el sentido de la orientación, de lo que haces y de cómo lo haces, impediéndote hacerle frente?.

* ¿Cómo te impides avanzar y no hacerle frente a esos obstáculos que coartan la solución de tu/s problemas?.

  ¿En qué punto empiezas tú a no poder resolver ese problema?, ¿Cómo haces para impedírtelo?.

* ¿Cuál es la ansiedad que sientes tú?



 

martes, 11 de diciembre de 2012

Manipulación a los hijos tras un divorcio





Dentro de las entradas sobre S.A.P. , en esta ocasión os traigo un artículo periodístico de EL MUNDOSALUD.ES titulado "Dejen de manipular a sus hijos", del que tomo prestada la imagen que lo introduce. En él presenta a la Asociación Filia de Amparo al Menor.

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'A quién quieres más, ¿a papá o a mamá?'. 'Tu padre no te quiere, ¿no ves que no me da dinero?'... Ningún menor debería nunca escuchar frases como éstas, y para luchar contra ello nació precisamente la Fundación Filia de Amparo al Menor, que "lucha por la concienciación de la sociedad frente a un tipo de maltrato disfrazado y ejercido por los padres a sus propios hijos, a los que somete a un conflicto parental a través de la manipulación tras el divorcio".

Como explica su presidenta, Lucía del Prado, "esta iniciativa surge hace ya más de un año, a través de un grupo de profesionales expertos en la materia, que están tratando a padres y madres que sufren esta dramática situación. Algunos de ellos han perdido el contacto completamente con sus hijos, debido a que uno de los progenitores, a través de la manipulación, los utiliza como armas arrojadizas, alejándoles del otro y llegando a perder el vínculo para siempre. Hay muchas pequeñas asociaciones, pero no existía nada que realmente luchara por la protección del menor, en este ámbito, de ahí que creáramos la Fundación".

Cada año se producen en España una media de 150.000 procesos de divorcio, de los cuales casi un 30% son de tipo contencioso: 30.000 menores se ven afectados por ello. "Esto son las estadísticas oficiales, y no tienen nada que ver con la realidad. Sabemos que los casos van en aumento. De hecho, podemos decir que estamos ante una nueva alarma social. Tanto es así que hemos iniciado la creación de una Comisión de Investigación para dar a conocer esta realidad, prevenir y paliar las consecuencias que se producen en los menores", argumenta Lucía del Prado.

Una experiencia estresante

La Asociación Americana de Psiquiatría considera la ruptura conyugal "una experiencia muy estresante para los hijos que puede tener consecuencias a corto, medio y largo plazo y que es capaz, además, de generar problemas físicos, emocionales, escolares y sociales".

Si a ello se suma que muchos de estos padres 'utilizan a sus hijos' como armas arrojadizas contra sus ex parejas, las 'secuelas' para el menor pueden ser aún más graves.

Como denuncia Ramón, en la sección 'Ser joven' de la página web de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). "Me sentía como un traidor. Cuando volvía a casa el domingo por la noche, mi madre me sometía a un 'tercer grado': que cómo era la nueva novia de papá, que si me reñía, que si tenían lavavajillas o si iban al cine. En fin, quería saberlo todo. Un día me harté y le contesté: Yo no soy un espía, soy vuestro hijo. De los dos. Esas preguntas tuyas me hacen sentir mal. Si quieres saber esos detalles, llama a papá".

(Nota propia: y este es un niño que se dio cuenta de la manipulación que sufría y pudo verbalizar su malestar y defender sus derechos, lo que no es nada frecuente, pues los hijos suelen estar tan metidos en una relación de dependencia emocional, fusión y lealtad emocional con el padre que realiza la alienación, que no puede ver este maltrato psicológico como tal)

Según la Fundación Filia, "se entiende que el menor tras una separación tiene la necesidad de estar con ambos padres con independencia de cuál de los dos ejerza la guarda y custodia. El problema surge cuando uno o ambos progenitores no ha superando dicho duelo de separación y hacen partícipes a sus hijos de los problemas que pudieran existir en la pareja y que ha forzado su ruptura, obligándoles a tomar partido, triangulándolos en definitiva en el conflicto de la pareja".

Es en estos casos cuando "decimos que lo que opinan los menores está sugestionado y/o mediatizado por su progenitor, formando alianzas a favor de uno u otro, entrando en la disputa como si fuera uno de los adultos", denuncia esta institución formada por un equipo multidisciplinar.

 

Niños manipulados

Y así es como el sufrimiento del menor se hace visible. Los síntomas de la manipulación van desde "encerrarse en el cuarto, no comunicarse con la familia, tener ira, hasta mentir habitualmente, tener sentimientos de culpa y abandono, rechazo, impotencia, indefensión, ansiedad, depresión o bajo rendimiento escolar".

En palabras de la presidenta de la Fundación se "trata de un proceso largo. Las campañas de descrédito hacia la ex pareja empiezan generando desconfianza, introversión que con el tiempo se convierten en miedo. Y posteriormente rechazo, para terminar en la pérdida del vínculo".

A través de un equipo de profesionales, "la fundación Filia proporciona terapias de apoyo a los menores y al resto de la familia y cuenta con una 'escuela de padres' e intervención 'online' y telefónica. Se suma a todo ello su asesoramiento jurídico".

     

domingo, 9 de diciembre de 2012

Cómo hacer frente al maltrato psicológico (3): Cómo recuperar tu autoestima



                                                                               

En esta tercera parte cerramos este reportaje sobre el maltrato psicológico, a través de la búsqueda de recursos necesarios y que necesitará potenciar la persona que lo ha sufrido. Estas son las herramientas a utilizar que nos proponen en el dossier “Valentía Emocional” del número 27 de la Revista Mente Sana. También podéis revisar la sección de “AUTOESTIMA” en este Blog (pulsando encima), en el que encontraréis información adicional sobre el desarrollo de ésta. Finalizo así los 16 días de Activismo contra la Violencia de Género, al que me unía y he querido seguir en este blog desde el  25 de Noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia la Mujer).

Para salir del círculo vicioso del acoso psicológico hay que empezar por uno mismo. Ser consciente de cuándo se han superado los límites y decidirse a actuar.

1. RECONOCER PARA DESACTIVAR

Hablamos de agresión cuando el comportamiento de una persona atenta contra la dignidad de otra. Reconocer este tipo de violencia ayuda a desactivar los juegos psicológicos que genera.

2. DEFINIR LOS LÍMITES

Resulta importante definir que es aceptable para una persona en una relación, cómo quiere ser tratada y qué no está dispuesta a tolerar. Estos límites son los puntuales de la propia identidad, pero es preciso defenderlos para que sean efectivos. Si en una situación se traspasa uno de estos límites, la persona debe pararse a reflexionar para poder actuar en consecuencia.

3. CONECTAR CON LAS EMOCIONES

Muchas veces la persona que sufre agresiones censura sus pensamientos, ya que se contradicen con la visión que impone el agresor. Es importante dejarse sentir y describir las emociones que aparecen, verbalizarlas. Definir cómo se siente ene esta situación, y saber qué es lo que necesita, supone de nuevo colocarse en su centro, conectar consigo misma y recuperar la sensación de importancia y valía personal.

4. ESCRIBIR

A veces resulta útil escribir todos aquellos comentarios que han molestado o han despertado una sensación de amenaza, dolor, rabia o aturdimiento. Tomar nota de las provocaciones puede ayudar a verlas con distancia para saber si se trata o no de una agresión a la propia identidad. Es una forma de desvelar el juego, de hacerlo más evidente, para intentar no quedarse atrapado en él.

5. EXPLICITAR EL JUEGO

La manipulación utiliza a menudo mensajes vagos, confusos o contradictorios, de los que resulta difícil defenderse. Una manera de desmontar estas trampas es explicitando todo aquello que se está expresando de manera indirecta. Diciendo, por ejemplo: “Me siento dividido. Por un lado, me dices que no hace falta que te ayude, pero, por el otro, siento que si no lo hago te enfadarás”.

6. CUESTIONAR LA RELACIÓN

Una persona puede sentirse agredida, pero no ser consciente de las estrategias que usa, a su vez, para herir. Es importante diferenciar el maltrato de la lucha entre dos bandos. En el primer caso, una o varias personas están en una posición de superioridad, el poder es unilateral, mientras que el agredido renuncia y se somete. En el segundo, no hay sumisión, cada persona se siente atacada y justifica sus ataques como defensa.

7. CURAR LA HERIDA EMOCIONAL

Las agresiones continuadas dejan como residuo una autoestima debilitada, sentimientos de culpa, miedo, creencias limitantes…Es preciso tratar estas heridas emocionales para que la persona pueda reconstruir su identidad y su sensación de valía. Cuánto más se refuerza la imagen positiva y competente de uno mismo, más aumenta la resistencia emocional y más difícil es que las agresiones físicas hagan mella en la persona.

8. ADOPTAR UN PAPEL ACTIVO

Si existen agresiones es preciso actuar, ya sea para poner los límites que definan lo que se desea en una relación, como para buscar ayuda o tomar otras decisiones. Cuando existe sumisión, la persona debe traspasar el miedo al conflicto y el sentimiento de culpabilidad para enfrentarse a la situación. A veces la actitud conciliadora, razonable, no es suficiente, y son necesarias medidas más drásticas.

9. TERAPIA

A las personas que sufren acoso psicológico les resulta muy difícil tener la claridad suficiente para frenar la situación y suelen necesitar apoyo para trabajar todos los aspectos anteriores y los relacionales que influyen en su  forma de hacer de la persona con el/los otro/s. .

sábado, 8 de diciembre de 2012

Cómo hacer frente al maltrato psicológico (2): Formas de maltrato



  
Continúo con la información aportada en el Dossier “Valentía Emocional” del ejemplar número 27,  publicado en la Revista Mente Sana, desplegando en profundidad, en esta segunda parte,  la descripción de siete posibles formas de presentarse el maltrato psicológico.
 
Victimista, tiránica, manipuladora… son personalidades que se adoptan para conseguir el control en las relaciones desiguales. Desenmascararlas es el primer paso para apartarse de ellas.


7 FORMAS DE MALTRATO

1. Relaciones Tiránicas
2. Relaciones basadas en el Victimismo (otra forma de abuso)
3. Relaciones desde el Complejo de Superioridad
4. Relaciones en las que hay una ausencia del otro, que hiere
5. Relaciones manipuladoras
6. Relaciones construidas a través del chantaje emocional
7. Relaciones desde el rol de juez (que enjuicia)



1. RELACIONES TIRÁNICAS

Cuando las relaciones están fundadas en la igualdad y la libertad es posible encontrar soluciones si nos sentimos maltratados. Decimos “no” y elegimos otro camino, lo que significa cuidar de nosotros, del otro, de la vida… Por mucho prestigio que haya tenido el sufrimiento, el sacrificio o la resignación, a la vida no le hacen bien las relaciones que desvitalizan y hacen sufrir. El problema viene cuando las personas no son libres o no se definen como iguales en rango, aún siendo diferentes. Aquí brota la semilla inevitable del dolor.

Si nos centramos en el maltratador que adopta la postura de tirano, depredador y desconsiderado descubrimos que, en su alarde de superioridad y autoritarismo – con el que busca asustar o humillar-, se esconde su incapacidad par lograr el respeto que desea y que teme no conseguir de forma natural. Necesita imponerse porque no confía en sí mismo y no puede respetarse.

Probablemente, dentro de un tirano se esconde alguien que vive humillado y envilecido y decidió tomar la posición del fuerte para humillar y envilecer a los demás. El modelo de relación sufriente tirano-vasallo está teñida de miedo. Quizá todas las relaciones destructivas vienen del miedo y de la falsa idea de que “yo soy mejor que tú”.

La posición del tirano se aprendió de los primeros vínculos familiares. A veces permanece latente y despierta en los contextos que lo consienten, como las clásicas situaciones profesionales de mando. O el tirano huele la carnaza de los que toman la posición de débiles y víctimas. Y es que las relaciones tienen a hacer sinapsis con sus opuestos. El fuerte busca al débil, el astuto al ingenuo, el sacrificado al gozador, el sádico al masoquista…

Sea como sea, resulta de gran ayuda respetar y mirar la dignidad del que ejerce de tirano –su persona, no sus actos- y ver el miedo y la villanía que esconde. Al mismo tiempo debemos sentir siempre nuestra propia dignidad y respeto para dejar claro que no toleramos salidas de tono o desconsideraciones. Es casi una prueba de inmunidad tener interiorizado que todos somos dignos “ni mejores, ni peores” y no olvidarlo nunca.

Cuando tratamos con personas enfermas de poder, debemos apartarnos de su camino. Si se trata de contextos inevitables, nos mantendremos en nuestra posición interior de valor (nota propia: de realmente valorarnos a nosotros mismos, independientemente de sus opiniones o conductas). 


 
2. COMPLEJO DE SUPERIORIDAD

El poeta alemán Goethe señaló que “ciertos libros parecen haber sido escritos no para aprender de ellos, sino para que se reconozca lo que sabe su autor”.
Al igual que estos libros, muchas personas se relacionan y transmiten sus conocimientos no por enseñar a los demás y ayudarles sino por pura soberbia y vanidad. En efecto, pueden poseer una gran conocimiento y una seguridad envidiables, pero no se trata de lo que saben sino del menosprecio que sienten ante lo que sabe el prójimo.

El problema de estas personas tiene que ver con la representación que hacen de su excelencia, no con su excelencia en sí misma. Son sujetos soberbios.
La sabiduría contiene un componente relacional, una actitud de apoyo y respeto. El hombre “sabio” trata de ser útil a los demás, el “sabiondo” trata de hacerse necesario procurando que los otros se sientan inferiores, ante él, ante sus conocimientos. Esta actitud despectiva de maltrato psicológico es su forma de sentirse importante.
Pero “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Detrás del “sabiondo” se esconde un ser vulnerable e inseguro, y su comportamiento encierra una gran paradoja: su prepotencia es, en el fondo, impotencia. Por tanto, no debe paralizarnos su brillantez pues, como decía el poeta Baltasar Gracián, “aunque muchos son sabios en latín, suelen ser grandes necios en romance”.



 
3. VICTIMISMO

Dentro del tipo de maltratadores se incluye la persona que, precisamente, desempeña el papel contrario. Aquella que siempre es víctima de los demás y se siente víctima del mundo. Aquella que –porque la vida no le ha ido bien o porque considera que no ha sido bien tratada- exige que los demás le den todo lo que pide, con el agravante de que si esto no ocurre, se considera con el derecho de exigir o de condenar a los otros.

Su discurso suele ser inconfundible: “Con lo que yo te quiero y mira cómo me lo pagas…Con lo que sufro y no eres capaz de darme lo poco que te pido… Con lo que he hecho por ti y ahora que te necesito…”.
El problema es que espera que lo que no le fue dado –seguramente fue abandonada o no reconocida- se lo darán quienes tiene a su alrededor. Digo “se lo darán”, no “lo tomará”, ya que espera que los demás adivinen sus necesidades sin tener que hacer nada para conseguirlo. Suele sentirse merecedora de toda atención, lo que se traduce en que los otros deben hacer lo que ella quiera, pero sin pedirlo. Si esto no ocurre, deja ir su discurso victimista y acusador hacia el otro”.

Para detectar a la persona victimista hay que estar atento a su discurso. Si sólo son malos los demás y ella siempre es inocente, piensa que la realidad nunca es así y que no quiere responsabilizarse de su parte. Si tratas de darle soluciones y no le vale ninguna, sospecha: seguramente prefiere quejarse antes que hallar una solución. Si te sientes exigido a atenderla y eres su único recurso, no lo creas, siempre hay alternativas. Cuando todo depende de lo que hagas sin que ella tenga que hacer nada, piensa que trata de que le soluciones la vida sin que ella tenga que hacer nada por llenarse. Cuando sientas que su discurso victimista no te conmueve sino que te irrita, seguramente es fingido.
Una buena estrategia es no apresurarse a actuar frente a sus demandas y saber que cualquier persona es capaz de encontrar una solución por sí misma.



4. LA AUSENCIA QUE HIERE

Todo lo que hacemos o dejamos de hacer aumenta o disminuye el nivel de sufrimiento de quienes nos rodean. La pasividad, por falta de conciencia o por irresponsabilidad, es una respuesta desadaptativa a las demandas de la vida. Y una de las formas que adopta es el perfil del ausente.

Ausente de sí mismo, de sus relaciones, de la vida… es incapaz de comprometerse consigo mismo ni con los demás. Desconectado de la realidad, vive pendiente de sus necesidades y prescinde de quienes le rodean. Por miedo, por comodidad, por ignorancia e los propios recurso o por egoísmo… se encierra en un mundo pequeño y endogámico donde “el otro” es visto como una molestia o como un medio.
(Nota propia: me resuena, en parte, aquí el “egótico” de la Terapia Gestalt, que tiene dificultades para comprometerse y  “abandonarse” en la relación con el otro)
Padres que dimiten de la educación de sus hijos, adultos que entablan relaciones superficiales en las que sólo importa el beneficio obtenido; compañeros incapaces de trabajar en equipo … Todos convencidos de que “se salvarán solos” o de que “el problema de otro no es cosa suya”.

La desidia de estas personas genera en los demás sentimientos de soledad, abandono, ira, sufrimiento y, sobre todo, desamor. La desidia es una forma de maltrato. Esta dimisión de la responsabilidad individual tiene un impacto desequilibrante en el entorno de la persona y puede acabar destruyéndola. Porque no responder también es una respuesta… y peligrosa.

 

5. DESCUBRIR EL JUEGO DEL MANIPULADOR

El manipulador es un mago de la palabra: rápido en sus respuestas, seguro en sus decisiones, contundente en sus argumentos, arrollador en su actitud…, tanto que nos deja poco margen para reaccionar distinto a aquello que dictan sus designios.
Pero decir que el manipulador es, simplemente, un ser egoísta que no tiene en cuenta las necesidades de los demás y que cree que el mundo existe sólo para servirle, sería mostrar únicamente una cara de la luna. Si profundizamos para comprender los motivos de dicha actitud, podremos trascenderlos.

Teniendo en cuanta que todo comportamiento se mantiene porque cumple una función (de no ser así, sencillamente, se extinguiría), hemos de aceptar que una persona es manipuladora porque, con esta actitud, obtiene lo que necesita.
Y si a alguien le resulta más fácil obtener lo que necesita del exterior que por sus propios medios, estamos ante una persona con importantes carencias (de confianza, de autoestima…), aunque aparezca ante los demás como todo lo contrario. De hecho se aprovecha de la energía de los otros para nutrirse de ella.

El manipulador establece vínculos de dependencia con alguien que no es consciente de la artimaña o, si la percibe, no puede zafarse de ella, lo que le produce una gran frustración. Pero estas relaciones son como una partida de ajedrez en la que no es preciso ganar sino impedir que las piezas del otro entren en nuestra mitad del tablero. Si lo hacen, la responsabilidad también será nuestra.

Para evitar o minimizar las consecuencias de este tipo de agresión es esencial plantearnos qué es lo que nos engancha del manipulador, pues nosotros también obtenemos algún beneficio de esta relación (seguridad, afecto…). También es fundamental vencer el miedo a expresarnos asertivamente. Superado esto, solamente pueden pasar dos cosas: que el manipulador recule o que estalle el conflicto. Si, finalmente, la relación se arruina, como tanto tememos, será más fácil asumirlo que seguir arrastrando una relación dañina.


6. EL CHANTAJE EMOCIONAL

Frases aparentemente inocentes pero que esconden una exigencia, amenazas para obtener un fin… todo forma parte del chantaje emocional. La intención: provocar miedo, angustia, condicionar una reacción.

El chantajista emocional se cree una víctima, es inseguro y temeroso, pero esconde sus propias necesidades creándolas en los demás y lo consigue. Desenmascarar al chantajista emocional resulta complicado pues suelen comportarse así con las personas que más les quieren y que temen no estar a la altura de sus demandas. Cuando no obtienen lo que buscan, hacen que se sientan culpables: se muestran incapaces de aceptar un no.
Pero no podemos decir “sí” si no queremos hacerlo. Por eso es muy importante dejar claros los límites, saber que nadie dirige las acciones de otro si no es él mismo. Saber que tenemos el mismo derecho de elegir como de equivocarnos es primordial.
Sin nuestro consentimiento el chantajista percibe su impotencia y deja de intentarlo. Puede      que sufrir su enfado, pero basta con darle tiempo. Una vez vuelva la calma, podemos utilizar el diálogo para explicarle cuáles son nuestras razones y hacerle entender que cuando pides tienes que estar dispuesto a aceptar un sí, pero también un no.
Algunas personas necesitan tiempo para entenderlo, el secreto está en dárselo.



7. DESAFIAR LOS DICTADOS DEL JUEZ

Recuerdo que en una sesión de terapia, una mujer que se sentía rechazada por su marido me explicó que lo estaba pasando fatal. Cuando le pedí que me lo explicara mejor, me dijo: “Es que yo me veo a mí misma en la visión que los demás tienen de mí. Ese es mi espejo”.

(Nota propia: en este caso sería importantísimo trabajar los introyectos de esta persona, cómo se ha construido su autoconcepto y cómo está éste, sus creencias negativas, su posible falta de autocuidado, aspectos centrales en el desarrollo de la autoestima… entre otros aspectos a tratar, en una terapia).

En mayor o menor grado, a todos nos influyen las críticas que nos hacen los demás. Normalmente, somos capaces de procesarlas. Algunas veces, nos estimulan para mejorar y otras, las rechazamos porque no nos aportan nada positivo.
Pero hay situaciones en las que una persona allegada (nuestra pareja, un familiar, un amigo) se sitúa en el papel de juez  en nuestra relación. En estas circunstancias, las críticas pueden convertirse en un elemento que destruya paulatinamente el concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestra autoestima.

En una ocasión leí que la autoestima es al ser psicológico lo que el sistema inmunológico (las defensas del organismo) es al ser físico. Esto quiere decir que la autoestima configura las defensas de nuestro estado emocional frente a las agresiones que provienen del exterior. Si nuestra autoestima disminuye, aumenta nuestra vulnerabilidad como personas.

Los juicios de valor repetitivos sobre nuestro aspecto, nuestras actuaciones o nuestra forma de pensar tienen el poder de poner en entredicho el valor que nos damos y, por tanto, erosionan nuestra autoestima. Esto ocurre porque damos a las palabras del “juez” más valor que a nuestras creencias.

Sólo al darnos cuenta de que “los juicios” son una visión concreta y relativa, que no tiene porqué coincidir con la nuestra, podremos empezar a ganar confianza. Saber que nadie tiene el derecho de juzgarnos –que sólo son opiniones personales por muy taxativas que sean y que, y quizás lo más importante, rara vez nos sirven para crecer – nos permitirá independizarnos emocionalmente del “juez”.

De las opiniones de los demás sobre ti, valora sólo las que provienen de personas que te aceptan y te entienden. Si no hay aceptación y comprensión, no las hagas tuyas.



Por último, quiero compartir contigo, un poema de Jorge Bucay, que él define como su propia propuesta para las relaciones interpersonales, en la que  muestra un respeto por el Tú y el Yo, en una relación entre dos, de una forma sana para ambas partes:


                                                                    QUIERO

Quiero que me oigas sin juzgarme.

Quiero que opines sin aconsejarme.

Quiero que confíes en mí, sin exigirme.

Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.

Quiero que me cuides sin anularme.

Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.

Quiero que me abraces sin asfixiarme.

Quiero que me animes sin empujarme.

Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.

Quiero que me protejas sin mentiras.

Quiero que te acerques sin invadirme.

Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.

Quiero que sepas…
que hoy puedes contar conmigo…
¡Sin condiciones!

viernes, 7 de diciembre de 2012

Sentencia Alienación Parental






En esta entrada quiero darte a conocer un síndrome que existe, y considero es muy relevante darlo a conocer, para proteger a nuestros hijos, si lo están sufriendo, es el SAP.
                                                   




Los profesionales que trabajamos con niños, cuyos padres se han divorciado o están en proceso de ruptura familiar (psicólogos, jueces, trabajadore sociales en ocasiones, abogados...), somos conocedores de la existencia de este síndrome, de la sintomatología que está presente en los hijos que sufren la alienación parental de uno de sus padres, y de la violencia familiar que el padre alienador lleva a cabo con la familia extensa del padre (el padre, los abuelos, tíos, primos, la nueva pareja del padre) al que busca alienar y sobre los que inculca odio a su hijo/a.

Quiero presentaros primero una imagen visual de este síndrome, para a posteriori aportaros información bibliográfica al respecto. Mi objetivo es darlo a conocer, para que aquellos profesionales que puedan estar en situación de detectarlo y personas que lo estén sufriendo, tengan recursos para identificarlos y actuar para detenerlos, pues tiene graves consecuencias psicológicas, emocionales y relacionales en los niños que lo sufren (tanto en su infancia, como adolescencia y posterior vida como adultos). Además de  prevenir que un S.A.P. se agrave si no somos conscientes de qué comportamientos debemos evitar para parar la manipulación del cónyuge alienador.    Por ello os dejo otro vídeo al respecto.                                                  


                                  

Síndrome de Alienación Parental: educar en el odio





Hace ya unos meses escribí un post sobre el SAP, y en este post quiero continuar con esta labor de informar de un tipo de maltrato psicológico que se da en la familia hacia los hijos y uno de los dos padres del hijo (generalmente hacia el padre no custodio) y hacia la familia del padre no custodio, que aparece en casos de divorcios o de rupturas familiares en las que hay hijos presentes.  
                                                                                        
Para ello os aporto el enlace a una entrevista radiofónica del autor de S.A.P.: Síndrome de Alienación Parental en el que el Psicólogo Clínico y Forense, José Manuel Aguilar, escribe sobre su propia experiencia como padre alienado por su expareja, así como recoge los casos de otras personas que lo han vivido, y su experiencia en el campo de la Psicología Forense en el ámbito de los tribunales. Un experto de la materia en España.


                                                    

Igualmente quiero daros a conocer el enlace a la  Asociación Nacional de Afectados por el Síndrome de Alienación Parental, en esta página podréis entrar en un apartado referido a Salud mental en el que nos ofrecen recursos clínicos sobre la alienación parental. porque como dice José Manuel Aguilar, psicólogo experto en este tema, y que ha sufrido en su propia vivencia, este tipo de violencia familiar existe, auque no esté reconocida, aún en España, sí lo ha sido así a nivel internacional (dentro de la sociedad occidental), y que está pendiente de que así sea en España, como describe en su libro: "S.A.P. Sindrome de Alienación Parental. Hijos manipulados por un cónyuge para odiar al otro".

Es importante que esta información se dé a conocer, que nos paremos a pensar qué está sucediendo con el maltrato psicológico a estos hijos y familias, que abramos los ojos y no neguemos una realidad que existe por el hecho de ser dolorosa y que nos provoque repulsa pensar en este tipo de violencia familiar. Por ello te pido tu colaboración para difundirla y poner los medios que nos permita parar (o evitar el agravamiento de este síndrome) el S.A.P. en la medida de nuestras posibilidades. Te doy las gracias por no mirar hacia otro lado, pues estás ayudando a los hijos que sufren este síndrome y a las familias que conviven con él (abuelos, tíos, primos, parejas nuevas del cónyuge alienado) a diario, sintiéndose manipulados, viviendo la humillación, alienación e igualmente el maltrato que el padre alienador ejerce sobre éstos.


jueves, 6 de diciembre de 2012

Cómo hacer frente al maltrato psicológico ( 1 )




En esta ocasión, dentro de la información que os mencioné proporcionaría en los 16 días siguientes al  25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de Violencia hacia la Mujer) hoy os aporto una información referida al maltrato psicológico en las relaciones, aunque no exclusivamente en la violencia de género, sino como veréis, también presente en otro tipo de relaciones entre dos personas. Es una información extraída del ejemplar número 27 de  la Revista Mente Sana, titulado "Valentía Emocional". 

Dividiré este artículo en tres partes, siendo este post la primera de ellas, en la que presento una introducción general sobre el maltrato. En la segunda parte veremos 7 tipos o formas de maltrato psicológico y finalmente os hablaré de cómo recuperar la autoestima para salir del vicioso círculo del acoso psicológico.


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Hay agresiones que no dejan marcas físicas. El desprecio, los insultos, las amenazas, el sarcasmo, el gélido silencio … son actitudes que utilizan como única arma las palabras , o la ausencia de ellas, pero no por ello resultan menos dañinas o potencialmente destructivas. Se trata de AGRESIONES que no producen un daño físico sino emocional, que provocan unas heridas ciertamente menos visibles, pero que pueden ser más profundas, duraderas y difíciles de curar.

A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave o importante que la violencia física. Sin embargo el maltrato psicológico está infiltrado en muchas relaciones y suele ser la antesala y el ingreso básico cuando existen agresiones físicas. Precisamente porque no deja un rastro visible suele ser más paralizante y difícil de aceptar, pudiendo llegar a lesionar gravemente la autoestima y el concepto que la persona tiene de sí misma.


PROTEGERNOS DE LA MANIPULACIÓN

Las agresiones psicológicas pueden adoptar muchas formas y aparecer en los diferentes ámbitos relacionales: la pareja, la familia, el trabajo, la escuela, los amigos…

(Nota propia: aquí podemos nombrar, por ejemplo, relaciones repletas de agresividad, como lo son aquellas en las que se dan situaciones de bullying o acoso escolar, mobbing o acoso laboral, alienación parental en procesos de divorcio en los que hay hijos, por parte generalmente del progenitor custodio o educación en el odio hacia uno de los dos padres por parte del otro; es decir, no sólo hablamos de violencia de género, sino que puede darse en relaciones de pareja de la mujer hacia el hombre también, o en ambas direcciones, y en otros tipos de relaciones que no sea en la de pareja).

Estas actitudes negativas se han utilizado siempre como una forma de ganar poder en una relación, sea del tipo que sea. Aunque es difícil evitar que aparezcan, sí pueden generarse las condiciones para que no prosperen ni consigan arraigar en nuestra vida. Una de las claves es aprender a detectar estas agresiones y saber cómo protegerse de estos juegos de manipulación.

(Nota propia: más adelante os hablaré del triángulo de los tres tipos de roles que podemos asumir las personas en las relaciones, el de salvador, el de víctima y el de verdugo).

Solemos asociar el maltrato psicológico con personas maquiavélicas, terriblemente malvadas, retorcidas, egoístas… Esta asociación nos resulta tranquilizadora pues es una explicación simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones. Pero la realidad es mucho más compleja y todos estamos expuestos a ella. Cada vez que se ignora o se rechaza a alguien, cuando se utiliza el chantaje emocional, al intentar controlar lo que dice o hace otra persona, o cuando se menoscaba de manera más o menos consciente su autoestima, se está realizando una agresión a nivel emocional.

Este tipo de agresiones implican utilizar a alguien a beneficio propio y de manera más o menos encubierta. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado. Sabemos que los gritos, los insultos, las amenazas o la violencia verbal pueden formar parte de muchas relaciones sin que pueda hablarse realmente de maltrato. Aunque todos podemos emplear en un momento dado las palabras para lastimar, sólo se convierten en MALTRATO si las AGRESIONES son REPETIDAS Y CONTINUADAS y existe un clima de hostilidad o rechazo de fondo.

Dependiendo, por lo tanto, de su frecuencia e intensidad, el efecto de las agresiones será más o menos destructivo. Cuando llegan a formar parte de las pautas de interacción de una relación, pueden generar mucho sufrimiento y situaciones lindantes al abuso, en las que se traspasan los límites que defienden la dignidad personal.


FORMAS  DE  MALTRATO

Carmen dice sentirse triste sin motivo. Disfruta de su profesión, de su papel como madre, y tiene un buen marido, muy trabajador. Sin embargo, cuando está con él tiene la sensación de que todo lo hace mal. Su marido la corrige constantemente, desaprueba su conducta, hace gestos de fastidio, le grita y le falta al respeto a menudo. No protesta abiertamente cuando hay otras personas delante, pero sus miradas despectivas son suficientes para paralizarla, pues es su modo de hacerle saber que se está equivocando o que está haciendo el ridículo.

La exigencia excesiva y la falta de valoración pueden ser una forma de maltrato, aunque se expresen mediante actitudes sutiles o aparentemente bienintencionadas. El desdén, la burla y los insultos son una agresión más explícita y directa. El silencio, ignorar a la otra persona intencionadamente, negarle el saludo o cualquier tipo de atención supone una forma de maltrato más fría y calculada pero igualmente “efectiva”. En cualquier caso, las consecuencias sobre la persona que lo sufre suelen ser similares: una débil autoestima y una sensación de incapacidad.

Como en el ejemplo anterior, a menudo el maltrato psicológico no es evidente sino que se encuentra enmascarado. Precisamente las situaciones más perversas son aquellas en las que resulta más difícil defenderse, pues se utiliza un doble juego: se agrede de manera indirecta o velada mientras se niega que exista tal agresión. Si la persona expresa lo que percibe o siente se la acusa entonces de desconfiada, “loca”, o de imaginarse cosas que no son. El resultado: la persona duda de sí misma, cree que es ella quién tiene un problema y debe cambiar. Con ello, la agresión ha logrado su finalidad: conseguir el control sobre el otro.


DESEQUILIBRIOS DE PODER

Sin embargo, las agresiones son un fenómeno relacional en el que interviene como mínimo dos personas. Es imposible, por lo tanto, entenderlas y desactivarlas sin observar el contexto en el que aparecen.

(Nota: Os recuerdo el triángulo relacional que subyace a la asunción de los  roles o papeles de víctima, de maltratador y verdugo dentro de las diferentes posturas de poder-sumisión relacional entre dos personas).

En ocasiones, los juegos de dominación se producen en las dos direcciones. Es decir, cada persona intenta subyugar y controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación y maltrato. Es una lucha encarnizada por el poder, que intensifica los mecanismos de la agresión. En estos casos, si sólo escuchamos a una de las partes en conflicto, obtendremos una visión parcial, pues cada persona sufre la conducta del otro como maltrato, pero es incapaz de reconocer sus propias formas de agresión.

En otras ocasiones, el maltrato es unilateral: una o varias personas agreden desde una posición de superioridad. Estas agresiones van aumentando el desequilibrio en la relación. Quién ostenta el poder se siente cada vez más superior y tiene un mayor control, mientras que el dominado es relegado a una posición más débil y de mayor supeditación.

En cualquier caso, se trata de relaciones malsanas en las que la actuación de una persona alimenta la respuesta de la otra, y la agresión es un elemento que refuerza la diferencia o la lucha por el poder.

Pero este comportamiento no se da en todos los ámbitos de la vida de una persona. Alguien que se muestra tirano en una relación puede ser diferente en otra. Pero esto no lo excusa. Es preciso descubrir qué sucede en la relación malsana para que exista este sometimiento y para que los límites que defienden la integridad personal no funcionen.

A menudo, las agresiones aparecen de manera anodina, con pequeñas faltas de respeto, una mala contestación, una mentira… Si la persona o el entorno no reaccionan, pueden crecer y propagarse insidiosamente.

Puede resultar difícil entender qué lleva a una persona a no defenderse ante un trato irrespetuoso que la subyaga. Sin embargo, es preciso comprender que el rechazo y la ofensa actúan a un nivel profundo y emocional, lesionando la confianza y la seguridad en uno mismo progresivamente. La persona va perdiendo su centro, está tan pendiente de lo que demanda el otro, de ganar su aceptación o evitar su enfado, que olvida cuáles son sus propios sentimientos y necesidades. Es una trampa en la que se cae inconscientemente, mientras que los rechazos y ataques se asumen como una realidad.


No obstante, la actitud del agresor resulta todavía más difícil de entender. La necesidad de humillar o rebajar a otra persona suele derivar de una gran sensación de inseguridad, que se intenta paliar ganando poder en la relación. Haciendo sufrir se encubre la propia debilidad y se crea una fortaleza ficticia a base de excluir o anular a nel otro.


DEJAR  EL  JUEGO

Salir de una situación de maltrato psicológico suele ser complicado, sobre todo cuando tiene lugar desde hace tiempo, y puede necesitarse ayuda. La alarma puede saltar ante ciertos síntomas, como depresión o ansiedad, o cuando la relación se vuelve muy destructiva al intensificarse la lucha. Sólo quienes tienen mejor suerte reconocen a tiempo las agresiones y las cortan antes de que se instaure el maltrato.

El paso más importante, por lo tanto, es saber identificar las agresiones. Para ello es preciso tener en cuenta las sensaciones que aparecen cuando algo daña la propia dignidad. La manipulación suele ser vivida como una amenaza o exigencia, mientras que las ofensas provocan sentimientos intensos de dolor, rabia o culpabilidad. Lo que siente es real, por mucho que el agresor afirme que no existen razones. La persona debe definir lo que es aceptable para ella y así aprender a definirse de nuevo a sí misma.

Para salir de la confusión que genera el acoso es necesario tomar distancia, pensar o hablar sobre lo ocurrido. De esta forma se ganarán la claridad y la firmeza necesarias para poner límites coherentes que defiendan la autoestima. A veces, supone emprender un camino largo y difícil que implica tomar decisiones, realizar cambios y, sobre todo, construir una imagen más sólida de uno mismo a fin de que las agresiones no hagan tambalear la autoestima. Es un camino que implica encontrarse a uno mismo.

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